Yo no estaba a salvo, ni había descansado, ni estaba del todo, estaba tan turbado entonces que no tenía ni tregua ni reposo; sin embargo, llegó el problema, se le venía encima en una corriente interminable. Así, incluso los creyentes se ven a veces abrumados por la impaciencia, dando paso a expresiones llenas de acusaciones contra Dios. Un cristiano siempre debe estar preparado para morir, pero no debe desear la muerte con impaciencia en ningún momento. Está mal preparado para la muerte quien no está dispuesto a vivir.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad