Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho a Moisés; y Josué la dio en herencia a Israel de acuerdo con sus divisiones por tribus, como se relata en el relato subsiguiente. Y la tierra descansó de la guerra, no porque todos los cananeos hubieran sido exterminados o incluso todas sus ciudades tomadas, sino porque su poder fue quebrantado, su dominio era una cosa del pasado, y Israel era dueño de toda la tierra. Los remanentes de las naciones paganas fácilmente podrían haber sido conquistados y aniquilados, si Israel hubiera permanecido fiel a Jehová, porque con Su ayuda, en Su poder, todo es posible.

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