Y murió Eleazar, hijo de Aarón, el segundo sumo sacerdote que había tenido Israel; y lo enterraron en una colina que pertenecía a Finees, su hijo, es decir, en Guibeá-Finees, una ciudad en el centro de Canaán, que le fue dada en el monte Efraín. Así los justos, entran en su recompensa y descansan en la seguridad de sus tumbas hasta el gran día de la resurrección.

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