Entonces Gedeón edificó allí un altar al Señor, y lo llamó Jehová-shalom ("El Señor es paz"); hasta el día de hoy está todavía en Ofra de los abiezeritas. Este altar no debía servir para los sacrificios, sino como un memorial y testimonio de la teofanía concedida a Gedeón, y de su expresión de que Jehová no deseaba destruir a Israel en Su ira, sino que solo tenía pensamientos de paz para con el pueblo. El Hijo de Dios, Jesucristo, nos ha dado miles de pruebas de que Él es todopoderoso, pero también misericordioso y misericordioso. Por tanto, debemos confiar en su poder y gracia.

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