Por tanto, estad preparados también vosotros; porque a la hora que no pensáis, vendrá el Hijo del Hombre.

Por tanto: Como se desconoce la hora exacta y como se requiere fidelidad, velad, mantente alerta, ni por un día, una hora, un momento, relajad vuestra vigilancia. Como ladrón en la noche, viene su día. El padre de la casa, sabiendo que un ladrón llegará en algún momento de la noche, preferirá mirar toda la noche antes que correr riesgos, con el resultado de que registran su casa, como si tuviera su permiso.

Por lo tanto, los creyentes de los últimos días no pueden darse el lujo de correr riesgos, hay demasiado en juego. Se requiere de los seguidores de Cristo un estado de vigilancia incesante, en el que estén conscientes cada minuto de la gravedad de la situación, un hecho que siempre está presente en sus mentes y se manifiesta en sus vidas: el Hijo del Hombre viene, un Juez severo e implacable sobre los incrédulos que dejaron desatendida Su advertencia, un Juez misericordioso y bondadoso sobre los creyentes que siempre estaban listos para Su venida.

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