Sus jefes juzgan por recompensa, siendo influidos en sus decisiones por el dinero del soborno, y sus sacerdotes enseñan por sueldo, por honorarios adicionales, aunque la Ley exigía que resolvieran las controversias sin paga, y sus profetas adivinaban por dinero, siendo sus oráculos modelado de acuerdo con los regalos que los hombres les dieron; sin embargo, se apoyarán en el Señor, insistiendo en que estaban realizando la obra de su oficio por la autoridad de Jehová, como del Dios que vive en medio de Su pueblo, y dirán: ¿No está Jehová entre nosotros? es decir, con Su poder y protección. Ningún mal puede sobrevenirnos, todo esto dicho con gran muestra de piedad.

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