Entonces la que es mi enemiga lo verá, siendo esta la esperanza confiada del pueblo del Señor, y la cubrirá vergüenza que me decía: ¿Dónde está el Señor, tu Dios? en la pregunta desdeñosa que suelen hacer los enemigos de la Iglesia. Mis ojos la contemplarán con tranquila satisfacción; ahora será hollada como lodo de las calles.

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