Y si algún hombre muere muy repentinamente por él, sin premonición o advertencia previa, y él, el nazareo, ha contaminado la cabeza de su consagración, siendo su cabeza sin afeitar la diadema de su Dios, el signo visible de su condición consagrada, entonces él se afeitará la cabeza el día de su purificación, en el séptimo día se la afeitará, porque ese fue el día siempre escogido para los propósitos de la purificación.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad