v. 2. Los tesoros de la maldad, como los que se han obtenido mediante cualquier forma de maldad, no sirven para nada, no pueden traer felicidad duradera ni evitar una muerte repentina e infeliz; pero la justicia, la vida recta, el amor misericordioso y la caridad libra de la muerte, ya que muestra la presencia de la fe en el corazón.

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