v. 30. El fruto del justo, todas sus obras, como una efusión de la fe de su corazón y la integridad de su vida, es un árbol de vida, una fuente de bendición para todos los que entran en contacto con él; y el que gana almas es sabio, o "el sabio gana almas", obteniéndolas para el servicio del Señor y para la causa de la verdad.

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