v. 31. He aquí, el justo será recompensado en la tierra, es decir, si aun él no llega a una etapa en la que estará libre de sufrimiento en este mundo, mucho más el malvado y el pecador, el impío seguramente será sujetos a un castigo mucho más severo y merecerán la medida total de retribución que los golpee. Es un fuerte argumento y amonestación a favor de la justicia de la vida.

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