v. 17. El que pronto se enoja, perdiendo los estribos a la menor provocación, actúa neciamente, obrando únicamente necedad, con malas consecuencias para sí mismo; y se odia al hombre de malas intenciones , ya que él, con su malicia y sutileza hipócrita, es aún más peligroso que el que se apasiona a la menor provocación.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad