El favor, es decir, la gracia adquirida y mostrada por una mujer, es engañosa, no tiene valor real y duradero, y la belleza es vana, es un soplo, una vanidad, no es una medida del valor real de una mujer; pero una mujer que teme al Señor, será alabada, esa es la mayor alabanza que se puede otorgar a una mujer en cualquier momento.

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