Entonces ella se postró sobre su rostro, inclinándose profundamente para tocar el suelo con la frente, en reconocimiento de su bondad, y se inclinó hasta el suelo y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que debas? tomar conocimiento de mí, notarla en absoluto, viendo que soy un extraño? Se sentía indigna del amable interés que él mostraba por ella, especialmente porque ni siquiera era miembro del pueblo de Israel.

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