Entonces ella se postró sobre su rostro, se postró en tierra y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me conozcas, siendo yo una forastera?

¡Cuán sorprendentes son 'las primeras manifestaciones del Señor Jesús en el corazón del pecador! Mientras la pobre criatura, bajo las convicciones del pecado, se acerca con una mezcla de gran temor y poca esperanza, para escuchar a Jesús hablar en el ministerio de su palabra, y por las dulces señales constreñidas de su gracia, para descubrir que su caso es conocido, y que el Señor tiene reservada misericordia para él. Y aún más, si es posible, en la gracia distintiva que siente el alma, como se le muestra a un pobre extranjero gentil.

¡Oh! Cuán abatido yacerá el alma en el polvo de la tierra, bajo la más profunda humillación, clamando: ¿Cómo es, Señor, que te has manifestado a mí y no al mundo? ¡Lector! ¿Sabes algo de estas preciosas transacciones del alma en tu propio caso y circunstancias? Juan 14:22 .

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