Entonces Booz dijo a Rut, apoyado en el excelente testimonio que le dio el mayordomo: ¿No oyes, hija mía? Quería asegurarse de que ella siguiera sus amables instrucciones sin dudarlo. No vayas a espigar en otro campo, ni te vayas de aquí, porque ella se mantuvo modestamente a distancia de los segadores y de los encuadernadores, pero se quedó aquí con mis doncellas, las sirvientas que ataban el grano cortado en gavillas;

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