No sea que mi enemigo diga: Yo he prevalecido contra él, y por tanto también contra el Señor en quien David confiaba; y los que me perturban se regocijan cuando me siento conmovido, habiendo perdido la firmeza de su fe, engañado en su confianza, vencido por sus malvados planes. Durante su oración, la fe de David ha crecido y se ha investido de nueva fuerza, haciendo que su humilde clamor se convierta en un cántico de alabanza.

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