¿Quién puede entender, quién puede notar, quién puede hacer un seguimiento de sus errores? ¡Cuán lejos está el ideal que el cristiano tiene ante sí de la realidad en la que se encuentra! Incluso el creyente todavía tiene tantas debilidades que apenas se da cuenta de ellas. Por tanto, añade la súplica: Límpiame de las faltas secretas. La referencia es a todas las transgresiones que pasan desapercibidas, particularmente también a la culpa del pecado heredado.

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