Declararé tu nombre a mis hermanos, proclamándolo en voz alta; en medio de la congregación te alabaré. Es el Mesías liberado, victorioso, quien habla en la última parte del salmo. El amanecer de la salvación ha surgido sobre la cierva que fue perseguida. Cristo, el Mesías, resucitado de entre los muertos, está ahora entronizado a la diestra de Dios, mientras que al mismo tiempo está en medio de sus hermanos, en la gloriosa Palabra del Evangelio. Los que creen en Él son la congregación de Jehová, y sus cánticos de alabanza se elevan en honor a Su redención.

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