Porque no ha despreciado ni aborrecido la aflicción de los afligidos, la pobreza de los pobres, el estado natural y miserable de todos los hombres; ni escondió de él su rostro con indiferencia y enojo; pero cuando clamó a Él, oyó que el Señor libró a todos los hombres que estaban en la miseria y la pobreza espirituales del pecado, de la muerte y del poder del diablo.

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