Él restaura mi alma, reviviéndola, vivificándola, aliviándola, cuando los espíritus se debilitan de cansancio a causa de la miseria del pecado y las aflicciones de este mundo; Me conduce por sendas de justicia, caminando a la manera de los pastores orientales y eligiendo caminos rectos y uniformes, donde no hay peligro de tropezar y caer, aunque a menudo les parezcan extraños a las ovejas mismas, porque Su por amor de su nombre, para revelar y dar a conocer su fidelidad y misericordia, no por ningún mérito o dignidad en nosotros. Estas maravillosas bendiciones del Señor despiertan y nutren la verdadera confianza de la fe en los corazones de los creyentes, como lo muestran las siguientes palabras.

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