Espera en el Señor, confiando firmemente en la revelación de Su misericordia; Sé valiente, fuerte de corazón, y él fortalecerá tu corazón, más bien, deje que tu corazón se muestre poderoso. Espera, digo, en el Señor. Con esta confiada expectativa debe concluirse la oración de todo creyente; porque el Señor, en Su propio tiempo, traerá la salvación en gran medida a Sus hijos, aquí en el tiempo y en el más allá en la eternidad.

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