Nada puede ser más bendecido que ver a Cristo en las promesas y suplicar por el cumplimiento y cumplimiento de ellas, en y para él. Isaías 40:31

REFLEXIONES

LECTOR, cuán hermosa es esa escritura que tiene a Cristo como su único objeto glorioso, y que al presentarlo a la vista de la iglesia, en la obra bendita que el Padre le dio para hacer, lo representa al mismo tiempo ante su pueblo, como su Cabeza gloriosa, y como su glorioso ejemplo. Obtendremos toda la bienaventuranza que la fe puede derivar de los muchos y deliciosos estímulos expresados ​​en este precioso Salmo, si mantenemos una dependencia incesante de nuestro glorioso Redentor y nos acercamos a suplicar, por cada bendición que aquí se busca, de nuestro único interés. en él.

Jesús es nuestra luz, nuestra vida, nuestra salvación y el que levanta nuestra cabeza. Sin él no tenemos vida, ni luz, ni fuerza, ni confianza. En él encontramos todo: la fuente, la fuente, los medios, el fin de toda seguridad temporal, espiritual y eterna. Y mientras lo contemplamos así, como nuestro gran Mediador, deseando estar eternamente en comunión con el Padre, contemplemos nuestros vastos privilegios y roguemos por algún dulce y espiritual disfrute en Él, y a través de Él, que es el único objeto de nuestra vida. deseo, a sus redimidos en todas las naciones.

Y, lector, busquemos la gracia para asemejarnos al bienaventurado Jesús, quien, en los días de su carne, fue asaltado por todos los poderes de las tinieblas, esperando hasta que llegue la hora de la liberación, que nos preservará del desmayo, o de la muerte. estar cansados ​​en nuestras mentes. Oremos a aquel que ha ido antes en el camino de prueba, para que podamos estar mirando a él, hasta que encontremos nuestras almas fortalecidas con el poder de su Espíritu en nuestro hombre interior.

Y confíe en ello, mientras que la gracia interior imparte fuerza para resistir a los enemigos exteriores, ni los restos de la incredulidad, ni las corrupciones de nuestra naturaleza, ni todos los poderes de las tinieblas, nos derribarán; pero su fuerza se perfeccionará en nuestra debilidad, y seremos más que vencedores, por su gracia ayudándonos.

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