El Señor es mi Fortaleza, que sirve para protegerlo, y mi Escudo, que lo salvaguarda de cada ataque. Mi corazón confió en Él, y me ayudó, el cumplimiento de su oración se representó como ya presente; por tanto, mi corazón se alegra mucho, y con mi cántico le alabaré, dándole toda la gloria sólo a él por su misericordiosa salvación.

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