Levántate, Señor; ¡Sálvame, Dios mío! un clamor confiado a Jehová para que interfiera ahora en los acontecimientos del mundo; porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; Has roto los dientes de los impíos, como las fauces de las bestias voraces o de los monstruos desgarradores, el aplastamiento de sus fauces y dientes no solo los vuelve inofensivos, sino que equivale a su total derrocamiento.

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