Dije: Cuidaré de mis caminos, de toda su manera de pensar y actuar, para no pecar con mi lengua, es decir, murmurando y quejándome de su propia desgracia en comparación con la buena fortuna de los impíos; Mantendré mi boca con un freno, un bozal, para evitar su lamento, mientras el impío está ante mí, en su presencia, mientras él se ve obligado a ver prosperar a los impíos en la plenitud de su poder, en el aparente disfrute de todo lo que era bueno.

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