Queden desolados como recompensa de su vergüenza, completamente aturdidos y aturdidos, los que me dicen: ¡Ajá, ajá! en una burla burlona en un intento de frustrar su obra de redención. Los maravillosos planes de Dios para nuestra salvación se revelan en este pasaje en toda su gloria incomparable. Los enemigos no pueden obstaculizar la salvación de la humanidad, y todos sus intentos de hacerlo resultan en su propia ruina.

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