He aquí, eructan con la boca, como los perros con sus gruñidos y ladridos; espadas en sus labios, Salmo 57:4 ; porque ¿quién, dicen, oye? Es un desafío impertinente, porque se creen seguros en su malvada empresa; ridiculizan la idea de que el castigo de Dios los golpeará.

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