Juzgará a tu pueblo con justicia, es decir, a la congregación de Jehová, ya tus pobres, a los verdaderamente pobres de espíritu, con juicio. Debido a que el Mesías está revestido de la justicia de Dios como si fuera suya, también puede dispensar justicia a los ciudadanos de su reino, para impartirla a los que creen en él. Es su sentencia judicial por medio de la cual declara a su pueblo justo, lo justifica con la justicia que es perfecta, que es agradable a los ojos de Dios.

Este es el derecho que tiene el pueblo de Dios ante Él: su Rey los declara justificados. Los mismos que son pobres y despreciados ante el mundo, pobres y humildes también a los ojos de Dios, son sin embargo honrados por Él; son participantes de su justicia. Tan grande y maravilloso es este regalo que el salmista declara:

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