Y que la hermosura del Señor, nuestro Dios, el dulce favor del Majestuoso y Todopoderoso, que es al mismo tiempo el Dios de nuestra salvación, esté sobre nosotros, descansando sobre los creyentes a lo largo de sus vidas; y confirma la obra de nuestras manos sobre nosotros, dejando que su bendición acompañe a la proclamación de la gloria de Dios en la obra de redención, como la hicieron sus hijos en todas partes; sí, obra de nuestras manos, establécela, porque sólo por y con las bendiciones del Señor tendrá éxito la predicación de la Palabra, la proclamación de la salvación y se edificará el reino del Señor en la tierra. Así, la oración de Moisés tiene significado y poder para todos los períodos de la existencia de la Iglesia, hasta el final de los tiempos.

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