Confundidos todos los que sirven a las imágenes esculpidas, avergonzados por la necedad de su crasa idolatría, que se jactan de los ídolos, de la nada, de las criaturas de su propia imaginación que han puesto en lugar de Dios. Adoradlo, todos los dioses, los mismos ídolos que han sido erigidos como dioses por hombres necios están obligados a inclinarse y honrar solo al Mesías. Frente a este reconocimiento vergonzoso y renuente se encuentra la actitud de la Iglesia de Cristo.

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