También extenderé mi mano sobre Judá, el objeto particular de su ira, y sobre todos los habitantes de Jerusalén, porque el pueblo de la tierra siguió a los habitantes de la capital en sus transgresiones; y cortaré el remanente de Baal de este lugar, porque todavía había quienes se adhirieron a su adoración idólatra, y el nombre de los Quemarim, los sacerdotes ídolos, los que se dedicaban a la adoración de Baal, con los sacerdotes, porque estos también se habían contaminado y, por lo tanto, estaban destinados a la destrucción,

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