cuyos poseedores los matan y se consideran inocentes, los compradores y señores del pueblo del pacto los tratan como les plazca, sin incurrir en culpa; y los que los venden dicen: Bendito sea el Señor, porque soy rico, expresión que describe acertadamente la autosatisfacción que sienten los amos duros al enriquecerse a expensas del rebaño; y sus propios pastores no los compadecen. Uno se ve obligado a pensar en la actitud de los gobernantes del pueblo en la época de Jesús y antes de la destrucción de Jerusalén por los romanos.

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