Porque no tendré más piedad de los habitantes de la tierra, dice el Señor, no los perdonaré más después de un último esfuerzo por salvarlos; pero he aquí, entregaré a los hombres cada uno en manos de su vecino, para que las luchas internas y la disensión arruinen el país, y caigan en manos de su rey, el emperador o gobernador extranjero; y herirán la tierra, oprimiéndola de diversas maneras; y de su mano, del poder de tales opresores, no los libraré.

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