pero los esparcí con un torbellino, en una terrible tormenta de su ira, entre todas las naciones que no conocían, ajenas a ellos en idioma, costumbres y religión. De modo que la tierra quedó desolada después de ellos, de modo que ningún hombre pasó ni regresó, siendo toda Judea prácticamente un desierto; porque dejaron desolada la tierra placentera, y los propios hijos de Judá fueron los culpables de la desolación que vino sobre la tierra. Cuando los pecadores reciben el castigo justo por sus pecados, ellos mismos tienen la culpa de sus aflicciones, aunque su orgullo intentará negarlo.

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