Éxodo 36:1-8

1 »Bezaleel, Oholiab y todos los sabios de corazón en quienes el SEÑOR ha puesto sabiduría y entendimiento para saber hacer toda la obra de la construcción del santuario, harán todas las cosas que ha mandado el SEÑOR.

2 Entonces llamó Moisés a Bezaleel, a Oholiab y a todo hombre sabio de corazón en cuyo corazón el SEÑOR había puesto sabiduría, y todos aquellos cuyo corazón los impulsó para acercarse y llevar a cabo la obra.

3 Y ellos tomaron de delante de Moisés toda la ofrenda que los hijos de Israel habían traído, para que se llevara a cabo la obra de la construcción del santuario. Como el pueblo continuaba trayendo ofrenda voluntaria cada mañana,

4 todos los maestros que hacían toda la obra del santuario dejaron cada uno su trabajo

5 y hablaron con Moisés diciendo: — El pueblo trae mucho más de lo necesario para llevar a cabo la obra que el SEÑOR ha mandado que se haga.

6 Entonces Moisés mandó pregonar por el campamento, diciendo: — Nadie, hombre o mujer, haga nada más como ofrenda para el santuario. Así se le impidió al pueblo seguir trayendo;

7 pues ya había material suficiente para hacer toda la obra, y aun sobraba.

8 Todos los sabios de corazón de entre los encargados de la obra hicieron el tabernáculo con diez tapices de lino torcido, de material azul, de púrpura y de carmesí. Y los hizo con querubines, obra de fina artesanía.

Obreros de corazón sabio para el tabernáculo

Éxodo 35:30 ; Éxodo 36:1

“¿Cuáles fueron los motivos que impulsaron este maravilloso estallido de generosidad? Recordaron que Jehová los había sacado de Egipto, destruyendo a sus enemigos y liberándolos de la esclavitud. ¡Nuevamente oyeron el traqueteo de los carros que los perseguían y el choque de armas! ¡De nuevo pensaron en la marcha por el fondo rezumante del mar, mientras las paredes de agua estaban a ambos lados, irradiadas con el resplandor de la nube de fuego!

Con el corazón lleno se volvieron a Dios, diciendo: “Lo mejor que tenemos es tuyo. Tú eres digno de recibir la gloria y el honor y las riquezas y el poder y la bendición, porque tú nos has redimido ". Inmediatamente después de ese pensamiento vino el recuerdo de la provisión constante para sus necesidades diarias. El maná había caído; el agua había brotado del pedernal; ¡Amalek había huido! Estas fueron las fuentes que alimentaron los manantiales de la generosidad.

¿Pero no tenemos una razón similar? “Os ruego, pues, hermanos, por la misericordia de Dios , rendíos”. Ver Romanos 12:1 .

Continúa después de la publicidad