Job 25:1-6

1 Entonces intervino Bildad el sujita y dijo:

2 — El dominio y el terror son de Dios; él hace la paz en sus alturas.

3 ¿Tienen número sus tropas? ¿Sobre quién no se levanta su luz?

4 ¿Cómo puede el hombre ser justo ante Dios? ¿Cómo será limpio el que nace de mujer?

5 Si ni la misma luna le resplandece ni aun las estrellas son puras ante sus ojos,

6 ¡cuánto menos el hombre, que es una larva; el ser humano, que es un gusano!

¿Cómo puede el hombre ser justo ante Dios?

Job 25:1

El discurso de clausura de Bildad agrega poco a la controversia. Simplemente sugiere que las vindicaciones de Job de sí mismo no implican que sea justo ante Dios, y, actuando sobre la filosofía de la época, Bildad prefiere considerar que Job es culpable de pecados no realizados en lugar de creer que Dios ha permitido que el sufrimiento llegue a su fin. Él inmerecido.

Hay algunas preguntas sin respuesta en este párrafo, sugerencias llenas de utilidad. Los ejércitos de Dios son innumerables: diez mil veces diez mil, y cada ángel está comprometido con nuestra ayuda. Su luz brilla en todas partes, incluso en los corazones más tristes. Ninguno de nosotros puede ser justo ante Él, pero podemos aprovechar la justicia justificadora de Cristo, que, como dice Bunyan, es siempre la misma, no aumentada por nuestros buenos estados de ánimo ni disminuida por los malos.

Ninguno de los nacidos de mujer es limpio, pero la sangre de Jesucristo limpia de todo pecado. La luna y las estrellas palidecen y desaparecen, pero Dios ha puesto su corazón en sus santos y los ha adoptado en su familia. Y cuando el tejido de la naturaleza se haya deteriorado, brillarán como el sol en el reino de su Padre.

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