Los dolores de David se multiplicaron. Los registrados aquí son típicos. Siba, un hombre que por razones puramente egoístas se aprovechó de problemas temporales para difamar a un amigo ausente, era absolutamente despreciable, y más aún porque en el momento en que el dolor que trajo al corazón de David fue su sentimiento de que su bondad hacia Mefiboset era mal correspondido. Shimei era de un tipo más alto que Ziba, pero era cruel más allá de toda medida. Golpeó cuando su enemigo estaba en el polvo. La actitud de David hacia Simei es notable por la revelación de su actitud hacia Dios. Habló de Shimei como enviado para maldecirlo.

Al seguir así a David a través de estos días de humillación y vergüenza, mientras reconocemos con él la perfecta justicia de todos los sufrimientos que le sobrevinieron, entendemos más perfectamente que él era en verdad un hombre conforme al corazón de Dios.

Al llegar a Jerusalén, Absalón se sorprendió al encontrar a Husai, el amigo de David, todavía allí. Se volvió de él a Ahitofel en busca de consejo. Ahitofel aconsejó una acción que haría permanente la brecha entre él y su padre, y constituía un derecho supremo a la sucesión. Entrar y poseer el harén de un rey era el derecho exclusivo de su sucesor.

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