He aquí que Siba, el siervo de Mefiboset, le salió al encuentro. Este hombre astuto, convencido de que Dios aparecería a su debido tiempo por la justa causa de un rey tan bueno, y esparciría la nube que ahora estaba sobre él, aprovecha esta ocasión para dejar paso a su propio avance futuro, al hacer de David un hermoso regalo de provisiones, que fue más bienvenido, porque llegó en la temporada. Un centenar de frutas de verano Estos, suponen los Setenta, eran dátiles , pero la opinión más común es que eran higos., como el parafrasto caldeo supone que fueron; de donde el Dr. Delaney infiere que esta huida de David fue a principios del verano, cuando se solían recolectar los higos tempranos, y cuando un regalo de ellos debió ser muy oportuno y refrescante. Una botella de vino que contiene, sin duda, una cantidad proporcional al resto del presente. Sus botellas, hechas de pieles o cuero, eran algunas de ellas muy grandes.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad