Inmediatamente después del cántico tenemos el gran llamamiento del profeta. Se hace en la conciencia de la victoria obtenida por la Sierva del Señor y la consiguiente posibilidad de restauración ofrecida al pueblo. Sin embargo, establece claramente las condiciones solemnes en las que se puede aprovechar la gran disposición.

En primer lugar, reconoce la necesidad de la gente en los versículos que describen su condición de sedienta, sin dinero, gastando "dinero en lo que no es pan", y los insta encarecidamente a volverse y escuchar a Aquel que ha sido dado como un "Testigo de los pueblos", como un "Caudillo y Comandante".

En esta segunda parte, la apelación se hace con mayor franqueza, y los términos en los que la gente puede encontrar su camino de regreso a la relación con Dios se establecen claramente.

Todo termina con una descripción, llena de poesía y belleza, de las condiciones de fecundidad, gozo y prosperidad que deben seguir al regreso al Señor y la sumisión a Su gobierno.

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