Por fin llegó la liberación a través de Jefté, cuya historia está llena de interés. Era hijo de una ramera y había sido expulsado de su herencia por los hijos legítimos de su padre. Evidentemente, el hierro había entrado en su alma y había reunido para sí una banda de hombres y se había convertido en una especie de pirata forajido. Evidentemente, era un hombre de valor y audacia heroica, y es imposible leer la historia del acercamiento de los hombres de Galaad sin reconocer que tenía ciertas excelencias de carácter.

Difícilmente se le puede medir incluso con los más altos estándares de su propio tiempo. Durante algún tiempo se vio obligado a vivir fuera de la vida nacional. Sin embargo, es evidente que tenía sus propias convicciones religiosas.

Quizás el principal interés de esta historia esté en la cuestión de su voto, del cual ha habido varias interpretaciones. La historia parece no dejar lugar a dudas de que tenía la intención de ofrecer un sacrificio humano, pues cuando prometió dar lo que llegara a la puerta de su casa, la referencia difícilmente puede ser a un animal. Cuando apareció su hija, si él realmente la mató o si, como creen algunos comentaristas, la condenó a la virginidad perpetua debe permanecer abierto a la duda.

Si en verdad la ofreció como sacrificio por la muerte, la cuestión de la moralidad de su acto sólo puede discutirse a la luz de su tiempo y, de hecho, a la luz de su propia convicción personal. Ciertamente, tal acto no estaba justificado por la ley de Moisés. Sin embargo, el impulso fue un impulso religioso.

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