Este es el cántico de los peregrinos en espera de Jerusalén y la casa de culto. Presenta la gloria del establecimiento y la ciudad compacta donde las tribus se reúnen para dar gracias a Jehová. Sin embargo, a pesar de todo, es evidente que la gloria de la ciudad y el templo consiste en el hecho de que son la ciudad y la casa de Jehová. No es una canción de edificios o de magnificencia material. Es más bien el canto de reunión, de testimonio, de juicio, de paz, de prosperidad.

Todo esto proviene del hecho supremo de la presencia de Jehová. A él se reúnen las tribus. Su testimonio es de su nombre. El juicio, la paz y la prosperidad son el resultado de la relación de Jehová con Su pueblo.

Los tiempos del canto han causado cierto desconcierto, ya que parecen indicar la presencia de los fieles en la ciudad, aunque sugieren la actitud de ausencia. La afirmación:

Nuestros pies están dentro de tus puertas, es la confianza de la fe. Es el reclamo de ciudadanía, aunque el ciudadano aún no haya llegado a la ciudad. Ha llegado la llamada a ascender a la casa del Señor, y con cánticos de alabanza y oraciones por la ciudad el peregrino se prepara para responder, mientras la esperanza se convierte en una conciencia presente de la alegría de la asamblea.

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