Por fin los peregrinos están dentro de la ciudad. Después de la larga y fatigosa marcha, sus pies realmente se paran dentro de la ciudad de Dios. El impulso común de todos ha sido el deseo de llegar a la morada de Jehová y adorar ante Su rostro. Este deseo los ha unido, y en esta cercanía de almas reunidas por un propósito común hay una nueva bendición, y de eso cantan. Al encontrar a Jehová se han encontrado el uno al otro, y como resultado de la lealtad común a Él, se ha creado un nuevo orden social.

Bajo dos figuras, el cantante describe la bienaventuranza de esta orden. Es como el aceite de la santa unción. Es como el rocío de Hermón. El primero sugiere alegría y riqueza de experiencias. Este último describe la frescura de la renovación de toda la vida. Se reconoce la fuente del nuevo gozo: “Jehová ordenó la bendición”. El primer asunto de importancia en la vida individual es buscar la comunión con Dios. Cuando esto se busca y se encuentra, siempre sigue la realización de la comunión de los santos. Toda la falta de unión entre nosotros se debe a que no nos damos cuenta de nuestra unión con Dios.

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