Esta es una canción de curación del dolor. Se abre con la declaración de determinación de clamar a Dios, y luego se procede a explicar la razón de esta determinación. El versículo Sal 77:10 es el eje sobre el cual gira todo el salmo, de una descripción de una experiencia de oscuridad y dolor a una de alegría y alabanza. La primera parte habla del dolor que abruma el alma. El segundo da una canción que es el resultado de una visión que ha robado el dolor de su aguijón.

En la primera parte, una gran enfermedad ensombrece el cielo y no hay canción. En el segundo, se derrama una gran canción y se olvida el dolor. La diferencia es que entre un hombre meditando sobre problemas y un hombre que ve muy por encima de ellos al Dios entronizado. En la primera mitad, predomina el yo. En el segundo, se ve a Dios en Su gloria. Un método muy simple con el salmo deja esto perfectamente claro.

En los versículos 77: 1-9, el primer pronombre personal aparece veintidós veces, y hay once referencias a Dios por nombre, título y pronombre. En el segundo, solo hay tres referencias personales y veinticuatro menciones de Dios.

El mensaje del salmo es que pensar en el dolor es estar quebrantado y desanimado, mientras que ver a Dios es cantar en el día más oscuro. Una vez que llegamos a saber que nuestros años son de Su diestra, hay luz en todas partes y el canto asciende.

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