Entonces Nabucodonosor se acercó a la abertura del horno de fuego ardiendo. Él habló y dijo: "Sadrac, Mesac y Abednego, siervos del Dios Altísimo, salgan y vengan aquí". Entonces Sadrac, Mesac y Abednego salieron del corazón del fuego. Y reunidos los sátrapas, los diputados, los gobernadores y los consejeros del rey, vieron a estos hombres que el fuego no había tenido poder sobre sus cuerpos, ni se les había chamuscado el cabello de la cabeza, ni se les había alterado las calzas, ni se les había adherido el olor del fuego.

Entonces Nabucodonosor llamó a los hombres para que salieran del horno, y cuando salieron, los altos funcionarios que rodeaban al rey vieron que el fuego no los había afectado de ninguna manera. Ni un cabello estaba chamuscado, ni una prenda de ropa afectada por el fuego, ni había olor a fuego en ellos. Y, sin embargo, las cuerdas que los ataban se habían quemado en el fuego.

'Ustedes siervos del Dios Altísimo'. No veía a Dios como el único Dios, sino como un dios superior, Uno que era supremo sobre los dioses.

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