“Y sus profetas les han embadurnado con argamasa sin templar, viendo vanidad y adivinando mentiras, diciendo 'Así dice el Señor Yahvé' cuando Yahvé no ha hablado”.

Al igual que con los maestros reales, así con los aristócratas, los profetas se habían convertido en sus herramientas. Los habían 'cubierto con cal' para disimular sus deficiencias, usando mortero no apto para reparar lo que estaba averiado, de modo que no terminara mejor de lo que estaba. Habían utilizado medios falsos y "revelado" lo que en realidad era vano, de hecho, cualquier vanidad que desearan sus aristocráticos amos. Por adivinación habían adivinado falsamente lo que era falso. Y han tenido la presunción de poner sus palabras en la boca de Yahvé, aunque Yahvé no las había hablado. Los falsos maestros y predicadores populares abundan en todas las épocas.

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