"Y llegaron al lugar que Dios le había dicho, y Abraham edificó allí el altar, puso la leña en orden, ató a Isaac su hijo y lo puso sobre el altar sobre la leña".

El escritor alarga cada momento de agonía. El lento y cuidadoso procedimiento, el desconcertado pero posiblemente aprensivo muchacho, Isaac, los tan conocidos preparativos, y luego el momento de la verdad. Abraham toma a su hijo y lo ata con cuerdas. ¿Alguno dice algo? ¿Qué pueden decir? No sabemos. Pero sabemos lo que deben haber sentido; Isaac, desconcertado, herido, pero sumiso y Abraham, partido en dos pero obediente.

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