'Y él fue a buscar lo que necesitaba y se lo llevó a su madre, y su madre hizo guisados ​​como le gustaba a su padre. Y Rebeca tomó las ropas finas de Esaú su hijo mayor, que estaba con ella en la casa, y se las vistió a Jacob su hijo menor. Y puso las pieles de los cabritos de las cabras en sus manos y en la parte lisa de su cuello, y le dio la sabrosa carne y el pan que había preparado en manos de su hijo Jacob.

Rebekah lo tenía todo pensado. La piel peluda, el olor característico del cazador, la sabrosa comida y la certeza de que la condición de Isaac ciego era tal que no sería demasiado exigente. Lleva el engaño hasta el final con la determinación de una madre dedicada a su hijo favorito, consciente de que legalmente su posición es la correcta.

Tenga en cuenta la mención de "su hijo mayor". Anteriormente, se había descrito a Jacob como "su hijo". Hay desaprobación en el tono del escritor. Esaú también era su hijo, y además el mayor.

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