Y se dijeron unos a otros: “Somos verdaderamente culpables con respecto a nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando nos suplicó y no le escuchamos. Por eso nos ha sobrevenido esta angustia ". Y Rubén les respondió diciendo: “¿No os hablé diciendo: 'No pequéis contra el niño', pero no me escucharon? Mira, es por eso que ahora se nos pide su sangre ". '

Esta pesadilla viviente que les está sucediendo les recuerda el día en que su hermano menor suplicó por su vida y ellos se negaron a escuchar. Al menos demuestra que lo llevaron continuamente en sus conciencias. Ahora se dan cuenta de que les sobreviene el juicio por lo que habían hecho. Y Rubén lo obliga amargamente a casa. "Te lo advertí", dice. Y ahora nos piden su sangre. Todos pensaron que a estas alturas José estaba muerto.

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