Y ellos le dijeron: “¿Por qué mi señor habla palabras como estas? Dios no permita que tus siervos hagan tal cosa. Mira, la plata que encontramos en la boca de nuestros costales te la trajimos de la tierra de Canaán. ¿Cómo, pues, robaríamos de la casa de tu señor plata u oro? Con cualquiera de tus siervos que se encuentre, que muera y también nosotros seremos siervos de mi señor.

Los hermanos están consternados e indignados por su acusación. Confían en haber demostrado su honestidad. Tal idea es inconcebible. No son ladrones. Y con la misma confianza declaran que están dispuestos a que se les aplique la pena completa si es verdad, muerte para el autor y esclavitud para ellos mismos.

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